Descripción

Bajo la apariencia de Odín, Padre de Todos, Loki se sentó en el trono de Asgard, aprovechándose de su nueva posición para gozar de festines de lujo y fiestas hedonistas. Con el auténtico Odín atrapado en Midgard y Thor en misiones lejanas, era difícil que Loki fuera desenmascarado. Los Asgardianos creían que el Dios del Engaño había muerto protegiendo el Reino Dorado y Loki había erigido una estatua para ensalzar su “heroico sacrificio” en la mente y la memoria de sus súbditos. Incluso había escrito un melodrama que rendía homenaje a su propia muerte. Pero su victoria no le satisfacía. Había un vacío en el reinado de Loki, aunque fuera minúsculo. Era como si no estuviera poniendo el alma en lo que hacía. Cuando Thor regresó finalmente a Asgard, no tuvo más que amenazarle para que Loki retirara el velo de la ilusión y revelara su auténtico yo.